Así nos quedamos cuando las capas sucesivas de nuestras estudiadas fachadas, caen cual capas de cebolla, dejando al aire las míseras vergüenzas que nos delatan como lo que somos. Poco menos que tu, o yo, o aquél.
Pero ¿y si fuéramos menos aún que eso? ¿Y si ni siquiera fuésemos dueños de nuestros actos y nos viésemos sometidos a una voluntad diferente? No mejor, ni mayor, ni más poderosa, sino solo... diferente. Así son nuestros queridos infestados. Así son quienes se convertirán en la amenaza más evidente en nuestro relato. Aunque no sean la única amenaza, ni como ya suponéis, la más peligrosa.
Pero mientras caen los velos y descubrís los secretos mejor guardados de nuestra historia, podéis deleitaros con estos bocetos de Luis. Que los disfrutéis.
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